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«Un autobús adaptado con todos los sistemas de accesibilidad y un personal con una actitud favorable, dará seguridad y confianza a las personas con discapacidad, el cual permitirá acortar los tiempos de embarque y desembarque de viajeros, incrementará el número de usuarios transportados, al tiempo que aumentarán los ingresos y la productividad.«
El automóvil es una herramienta porque es uno de los medios más usados para transportarse de un lugar a otro, como por ejemplo ir a trabajar, por eso es esencial que los vehículos que sean utilizados o conducidos por personas con movilidad reducida cuentan con adaptaciones necesarias para su uso adecuado. Y es que efectivamente, hoy en día, gracias a los avances tecnológicos y a las ayudas técnicas que ofrecen fabricantes automotrices, es posible que una persona discapacitada maneje su propio auto.
Primordialmente para los usuarios de silla de ruedas, el acceso al vehículo se debe facilitar con plataformas elevadoras, ya sean laterales o posteriores al mismo, tomando en cuenta si el individuo se va a sentar en el asiento del conductor o no.
Otra opción son las rampas, por supuesto, no deben tener una pendiente superior al 30% en el caso de que vaya acompañado o del 10% si va solo. También, debe haber un dispositivo que impida el cierre de la puerta del auto, en el momento de entrada y salida del mismo. De igual manera, es ideal transportar la silla de ruedas al asiento, para ello existen diferentes opciones como: grúas, asientos giratorios y desplazables y tablas extensibles
Por otra parte, con el fin de hacer más sencillo aún el acceso al vehículo, es recomendable las puertas correderas en la parte posterior del vehículo para guardar las sillas de ruedas, así como almacenarlas en el maletero, en el asiento trasero o por qué no, en el techo, de la misma manera que se hace con las bicis.
En cuanto a su seguridad, aparte de un cinturón propio específico para la silla, hay que mantener agarrada la misma en una zona inamovible, para evitar que la silla no se mueva, ante cualquier movimiento brusco.
Y, dependiendo del grado de discapacidad, para que la conducción sea más cómoda habrá que considerar cambiar el pedal del freno, el funcionamiento del embrague, de las luces, etc.
De la misma forma, se recomienda una serie de adaptaciones en los medios de transporte con la finalidad de que los usuarios mantengan la seguridad y confianza durante el trayecto a su destino.
Aunque cada vez existen más mecanismos y sistemas de adaptación en autobuses y estaciones, aún no se ha conseguido que las personas con discapacidad puedan utilizar de forma habitual este medio de transporte ya que existen muchas otras barreras mentales o psicológicas entre el personal de transporte como en el resto de los viajeros. Se puede recalcar que las personas con discapacidad no se sienten seguras de realizar el viaje de forma continua, de poder llegar a su destino, y temen toda clase de impedimentos:
“Se me complica el acceso al autobús porque el piso no es bajo; no voy a lograr sentarme antes de que el conductor arranque y me caeré; no tendré tiempo para avisar y bajarme en mi parada; habrá tanta gente en el autobús que me aturdiré”
Estas son algunas de las formas de percibir el viaje en autobús por parte de las personas con discapacidad. En ocasiones son malas experiencias que han retraído a los viajeros de usar los autobuses; en otras, el simple desconocimiento sobre cuál es el estado del transporte público y si la adaptación se amolda o no a sus necesidades de movilidad ha perjudicado su utilización.
El transporte en autobús debe constituir una cadena en la que cada uno de los eslabones se una al siguiente, sólo garantizando la seguridad en el proceso del viaje se podrá captar al usuario con discapacidad.
Si bien es cierto, las mejoras de accesibilidad no pueden ser implementadas sin la colaboración de los pasajeros cuando se trata de atender necesidades, como las de una persona que requiere utilizar la rampa o simplemente necesita un tiempo mayor para subir o bajar del vehículo.
En una sociedad como la actual, donde se prioriza la velocidad y los ciudadanos tienen afán, es fácil ignorar que hay pasajeros, cuyo número es cada vez mayor, que tienen otros ritmos y que necesitan más tiempo para hacer lo que otros hacen más deprisa.
En muchos casos, los usuarios y el personal del transporte público ven a las personas con problemas de movilidad como causantes del retraso en el viaje; no piensan que la causa real se encuentra en otros factores como la propia circulación, en continua congestión, o en la ocupación del carril bus por los automovilistas.
El ámbito de la accesibilidad en el transporte público, necesita ser abonado con sensibilidad y sentido común a través de la formación y la divulgación de otras formas de percibir el transporte, es necesario hacer comprender que la existencia de sistemas que mejoren la accesibilidad para las personas con discapacidad beneficia a todos. Tomando en cuenta que cualquiera puede ser discapacitado en algún momento, se deben evitar actitudes discriminatorias, sobre todo porque las personas con discapacidad deben poder ejercer sus derechos en igualdad de oportunidades. No obstante, si no se consigue eliminar las barreras del comportamiento y la actitud personal, la cadena del transporte no alcanzará la visión integral necesaria para lograr un transporte en autobús para todas las personas.
Efectivamente, en Europa cada vez se hace más insistencia en la necesidad de servicios de transporte público que inciten a los automovilistas a dejar sus vehículos, ofertando un servicio accesible, eficaz y fiable para el conjunto de la población, que reduzca el impacto de la congestión en carretera y de la contaminación atmosférica y acústica.
En este sentido, un autobús accesible puede ayudar a la transferencia modal al mejorar la calidad del servicio y hacerlo más atractivo. La accesibilidad depende de la distancia y de la facilidad de desplazamiento desde el domicilio a la parada del autobús, y desde aquí hasta el destino final, incluyéndose la subida y la bajada, así como la planificación del conjunto del itinerario. Por tanto, se puede decir que un autobús verdaderamente accesible es aquel que cumple estos criterios de accesibilidad en todas las etapas de la cadena de transporte.
Este medio constituye una solución ampliamente considerada por responder a las expectativas de los usuarios, tanto de los ya existentes como de los potenciales viajeros que se puedan captar.
Actualmente son muchas las ventajas que puede llevar aparejado un medio de transporte accesible, hacer más atractivo el autobús y aumentar la calidad del servicio puede generar un efecto positivo en los principales agentes implicados.
Los colectivos de personas con discapacidad y con movilidad reducida temporalmente, todos se ven directamente beneficiados por la mejora en la accesibilidad de los autobuses, y son quienes podrán utilizar en mayor medida y de forma autónoma estos servicios, al evitarse barreras de distinto tipo, incluidas las psicológicas.
Las empresas al tener más viajeros, mejoran su cuenta de resultados; un autobús adaptado con los sistemas de accesibilidad (rampa, piso bajo, etc.) y un personal con una actitud favorable, dará seguridad y confianza a las personas con discapacidad, permitirá acortar los tiempos de embarque y desembarque de viajeros, incrementará el número de usuarios transportados, al tiempo que aumenta los ingresos y mejorará la productividad.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, accesibilidad significa “calidad de accesible”, accesible tiene varias acepciones, definiéndose como “que tiene acceso”, “de fácil acceso o trato”, o de “fácil comprensión, inteligible”.
La accesibilidad permite a los ciudadanos participar en las actividades sociales y económicas para las que se ha concebido el entorno construido. Tal y como se sugiere en el Libro Verde de la Accesibilidad en España, se trata de un “conjunto de características que hacen posible que cualquier entorno, servicio, sistema de gestión o mantenimiento se diseñe, ejecute o sea apto para el máximo número de personas en condiciones de confort, seguridad e igualdad”.
En particular, esto ha de ser así para aquellas personas con alguna discapacidad, la accesibilidad puede entenderse en relación con tres formas básicas de actividad humana: movilidad, comunicación y comprensión; las tres sujetas a limitaciones como consecuencia de la existencia de barreras.
Un transporte será accesible cuando permita a las personas satisfacer sus necesidades y deseos de desplazamiento de forma autónoma, para conseguirlo será preciso que las estaciones o paradas tengan las características adecuadas que permitan el desplazamiento, no sólo para las personas usuarias de sillas de ruedas, sino también para todos discapacitados, tanto físicos como sensoriales.
La cadena de transporte no es plenamente accesible a causa de la existencia de obstáculos o barreras que impiden la adquisición de los objetivos de muchos ciudadanos. Se pueden diferenciar varios tipos de barreras: las ambientales en relación al entorno y al propio medio de transporte, y las interactivas en las que es fundamental contar con canales de comunicación y relación que funcionen con fluidez. Lamentablemente, las personas con discapacidad sufren en mayor medida situaciones de inaccesibilidad ya que a sus condiciones físicas, sensoriales o intelectuales individuales se añaden las barreras ambientales o interactivas.
* Las barreras ambientales son muy importantes en relación a los objetivos de esta guía. Se trata de aquellos obstáculos impuestos por las condiciones físicas o sociales del entorno y del propio medio de transporte, o aquellos determinantes normativos que inducen a una actitud de rechazo que las personas con discapacidad perciben en el transporte. De este modo se pueden diferenciar:
* Barreras en los vehículos de transporte, derivadas de la ausencia de medios adecuados que cumplan las características de accesibilidad.
* Barreras en los entornos físicas y ambientales, es decir, todos aquellos obstáculos presentes en los espacios e instalaciones de transporte, y otros que, como las condiciones meteorológicas, se dan en el ambiente e impiden o dificultan la movilidad.
* Barreras derivadas de la normativa y regulación de los servicios de transporte, que en ocasiones pueden ser discriminatorias para las personas con discapacidad.
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